Al Este de la Gomera y en el cantón de Ipalan se extiende uno de los barrancos más misteriosos y paradisiacos de la Isla. Si alguien cree que adjetivamos mucho, que recorra sus 7.500 metros y lo compruebe por sí mismo.
Nos estamos refiriendo al barranco de los Cocos. hoy llamado Juan de Vera o también del Cabrito. Con respecto al nombre de los Cocos se debe decir, casi con toda seguridad, que este no responde al significado castellano -fruto de la palmera- sino del coco que se menciona en el arrorró, con traducción de “ogro o bicho malo”.
Nace justo en la Hoya del Centeno y con el nombre de El Barranquillo llega a Aguajedum donde recibe las cañadas de La Juesa, Chinea, La Fuente, El Luchón o Auchón, Roque Blanco, Mena, Las Chiapas, Sao, Las Guirreras y La Fortaleza, en esta se produce un gran descenso de 200 metros en tan solo 1.000 metros de recorrido. Siguiendo con las cañadas y ya hasta llegar a la playa tenemos la del Torillo, El Roque, Mancha Blanca, Tomadero, Chiapa de Ramos, Cueva de los Cocos, Lomo Burro, El Pedregal, Cristo, Chapelera, Aserradero, Verdura, Los Chajuigüo. La Moja, Ancón del Cabrito, El Corralito, Las Chiapas, Cabezo Pardo, Herradura, Cabezo Negro, Corral Blanco, Carpintero, Cueva de la Paja. Canalizo, Cejo Azules, Tajaigos, Ravelo, La Guancha, El Cardón, Cabello y Las Toscas.
Podemos decir sin temor a equivocarnos que la cuenca del barranco de Los Cocos es la que más roques posee de toda lo Isla. Con un total de veinte roques. que les citamos a continuación y que recorren sus margenes de arriba abajo: Aguajedum, Verruga, Juesa, Burgao, Blanco, Seima, Tenche o Jorado, Charqueta, Culatones, García o el León, Taparucha Tajá. Sobras, Magro, Retaja o Sombrero, Blanco, Gamones, Verdura o Regatón, Tahaigos, Cabello y Amargura.
En la parte alta del baranco nos encontramos “Aguajedum”. hoy llamado Pereza, uno de los seis caseríos que hay en este barranco y en el que vivieron a principio de siglo Alejandro, Ambrosio y Juan Hdez., hijos de Patricio Hdez. Duque y nietos de Miguel Hdez., de apodo “podó” , que vivía en el barrio de enfrente, “Lo Vica de Jerdu-ñe”. También vivieron allí Cristóbal Sanz García y Bernarda García o Miguel Mendoza y Filomena Mendoza. A poca distancia está “La Casa del Lomo” donde vivió Sebastián Darias y su mujer Avelina Cabrera y por debajo las casas de La Juesa donde fueron vecinos Sebastián Mendoza y Maria Mendoza o José Francisco Mendoza Mendoza, su esposa María Mendoza Mendoza y sus hijos Antonio, Isabel, Margarita y Tilana, en estos barrios se dedicaban principalmente al ganado de cabras y ovejas. a la siembra y a la agricultura.
Barranco abajo y en lo banda izquierda nos encontramos el quinto caserío de la zona “El Magro” con seis casas de piedra y barro donde vivieron Gabriel Mendoza Mendoza. su esposa María Mendoza y sus hijos Julián, Gabriel, Juliana, Norverto, Porfirio, Greciano, Palmira, Elina y Amado. En este barrio, como en los anteriores, también dedicaban sus vidas a la agricultura, al ganado y a la siembra. Por último, y ya en la playa, está el sexto caserío, “El Cabrito“, finca particular donde vivían entre otras familias Anselmo Padilla Padilla, su esposa Plácida Morales Padilla y sus hijos José, María, Juana, Cándida, Serafina y Ana También Antonio Padilla Padilla, su mujer Florencia Rguez. Padilla y sus hijos Ramón, Domingo, Antonio, María, Tomasa, Encarnación, Emérita. Trinidad y Elisa. O Francisco Torres, su mujer Ilaria Herrera y sus hijos Francisco, Marcela, María, María Isabel, Lola, Antonia y Fernando., Este barrio se dedicó principalmente al cultivo del tomate pero también sembraban, trabajaban la agricultura y tenían vacas y cabras.
En el barranco de los Cocos hay dos curiosidades que no podemos dejar de mencionar: uno es “La cueva de los Cocos, que sirvió hasta no hace mucho de estancia de animales con una entrada o boca de unos veinte metros de ancho y seis de altura, muy probablemente vivienda de los antiguos gomeros en tiempos prehispánicos, La otra curiosidad es uno de los cinco cementerios en cueva que hasta el momento conocemos en la isla. La entrada, de unos cincuenta centímetros de ancho por cuarenta de alto, nos lleva después de metro y medio arrastrándonos a un recinto de unos veintiocho metros cuadradas, donde están situados doce cuerpos que en apariencia pudieron ser nueve de adultos y tres de niños.
Con este secreto y esperando que nunca sea descubierto por los depredadores (a buen seguro estarán desde el día siguiente a salir estas líneas, barranco arribo y barranco abajo para destruirlo o robarlo, importándoles muy poco razón alguna), nos despedimos hasta el próximo recorrido, no sin antes agradecer de todo corazón la ayuda prestada para el rescate de estos nombres y todo ese mundo histórico y etnográfico que no cabría en esta página, relatado muy amablemente por Ramón Padilla Sánchez y su esposa Celina Mendoza Mendoza, pues con ellos hemos pasado buenos momentos, en los que hemos podido apreciar su amistad.
Tanagua -N°9 de la Revista Eseken
Fuente: Tanagua. (1999). Barranco de los Cocos. Eseken , n°9, julio, agosto y septiembre de 1999, pág. 4.