BLACKOUT ¿TIENES UN PLAN B?

Europa enfrenta una creciente preocupación ante la posibilidad de un gran apagón, un evento catastrófico que podría sumir al continente en la oscuridad y desencadenar consecuencias devastadoras. La Gomera, la primera en padecer las consecuencias de la crisis sanitaria en España del COVID-19 en 2020, ahora ha vuelto a ser el epicentro de una crisis, esta vez energética: un apagón que pone de relieve la vulnerabilidad de nuestro sistema insular eléctrico.

El director del GFKV (Sociedad para la prevención de crisis europea), Herbert Saurugg, experto en seguridad cibernética y exoficial mayor de las fuerzas armadas austriacas, a quien tuve la suerte de tener como profesor de la asignatura infraestructuras críticas en la universidad de ciencias aplicadas de Viena, ha sido un férreo defensor de concienciar sobre la fragilidad de nuestro sistema energético europeo. Según Saurugg, la paradoja de seguridad y vulnerabilidad nos advierte que cuanto más seguros y confiables consideramos nuestras infraestructuras críticas, mayores podrían ser las consecuencias en caso de una falla o amenaza.

Un ejemplo de ello fue el Titanic. Creían que era insumergible debido a su diseño innovador, lo que llevó a no incluir suficientes botes salvavidas por considerarlos innecesarios.

Un prolongado apagón conlleva consecuencias significativas, ya que numerosos aspectos cotidianos dependen de la electricidad para funcionar correctamente. Además, resulta fundamental para todas las infraestructuras críticas: las bombas que suministran agua a los pisos superiores quedan inoperativas, las depuradoras no pueden realizar su función sin electricidad, los generadores de emergencia y las baterías tienen una capacidad limitada de hasta 24 horas, se interrumpen las cadenas de refrigeración y suministro, los cajeros dejan de dispensar dinero, los surtidores de las gasolineras dejan de suministrar combustible y las telecomunicaciones pueden quedar inoperativas, entre otras posibles consecuencias.

Europa ha enfrentado crisis energéticas y apagones regionales en el pasado, pero ante un gran apagón, la magnitud del desafío es sin precedentes. El sistema energético europeo, en su aparente eficiencia, oculta debilidades que podrían colapsar nuestras infraestructuras críticas y poner en riesgo la vida cotidiana de millones de personas. Esta vulnerabilidad se vuelve aún más pronunciada en el caso de Canarias debido a la situación de sistemas aislados y la presencia de equipos eléctricos obsoletos en funcionamiento fuera de su vida útil, sumado a la creciente demanda eléctrica con el paso del tiempo.

Los apagones generales pueden surgir debido a diferentes factores, como el terrorismo y los ciberataques al sistema eléctrico. Además, la transición hacia energías renovables puede ocasionar inestabilidad y falta de robustez en el sistema eléctrico. Los conflictos bélicos también representan una amenaza, ya que pueden afectar el suministro de gas y petróleo. Los fenómenos meteorológicos extremos son otra causa común de apagones regionales. Por último, la falta de mantenimiento o mejoras y revisión en el sistema eléctrico es otra razón importante de apagones generales. Esto quedó demostrado en el caso de La Gomera, donde se sospecha que el incendio en la central térmica del Palmar pudo haber sido ocasionado por la obsolescencia de cinco de sus equipos que funcionaban fuera de su vida útil durante más de 10 años. Además, otros incidentes similares han ocurrido debido a la dejadez del sistema eléctrico, como los viejos aerogeneradores de Alojera que resultaron destrozados por el viento en el año 2018.

Un apagón generalizado se desplegaría en tres fases esenciales, según advierte la GFKV:

Fase 1: Un corte total y generalizado del suministro eléctrico puede durar horas a días, afectando también las infraestructuras.

Fase 2: Pasarán al menos otros días hasta que los servicios de comunicación, como teléfonos móviles, fijos e Internet, vuelvan a funcionar, lo que podría generar sobrecargas masivas. El suministro de bienes esenciales se verá afectado debido a la falta de logística y combustible.

Fase 3: La reanudación del suministro de bienes esenciales puede tardar semanas, y la disponibilidad de alimentos podría verse reducida.

Durante esta fase, la autosuficiencia es crucial. Se pueden obtener pautas y pasos a seguir en caso de una emergencia eléctrica en la siguiente página de la Sociedad para la Prevención de Crisis: https://www.saurugg.net/wp-content/uploads/2020/07/gfkv-blackout-haben-sie-einen-plan-b.pdf

La rápida actuación de los servicios de emergencia y la implementación de planes y medidas de emergencia son fundamentales para enfrentar una crisis de este tipo. En el caso específico de La Gomera, la falta de un cuerpo de bomberos profesional y un plan insular de emergencia para grandes apagones representa un desafío.

Es esencial que las autoridades locales y las empresas energéticas trabajen en conjunto para implementar medidas que reduzcan la vulnerabilidad del sistema, como la actualización de equipos obsoletos y la mejora del mantenimiento preventivo. Además, es crucial desarrollar un plan insular de emergencia específico para grandes apagones que garantice una respuesta rápida y efectiva ante cualquier eventualidad y evitar que estos casos se repitan o al menos con una menor repercusión para los ciudadanos y pérdidas económicas para las empresas. La Gomera tiene la oportunidad de aprender de esta experiencia y convertirse en un ejemplo a seguir en el desarrollo de sistemas eléctricos inteligentes y resilientes, para garantizar un futuro más seguro para la isla y sus ciudadanos.

Autor

  • Tomás Alonso Hernández

    Arquitecto por la Escuela de Arquitectura de Las Palmas de Gran Canaria. Master of Science en Stadtentwicklung – Smart City por la Universidad de Ciencias Aplicadas de Viena. Técnico civil por la cámara de arquitectos de Viena. Experto en sostenibilidad y miembro consultor de la sociedad alemana para la construcción sostenible (DGNB). Ha colaborado en importantes proyectos internacionales como King Khalid Interchange (Riad) y proyectos en la Smart city Seestadt, para la actual ampliación de la ciudad de Viena.