Vallehermoso es un municipio extenso, con abundante diversidad biogeográfica, y con poblamiento disperso. En este corto artículo, tal y como señala el título, me centro en su principal núcleo poblacional, en la desembocadura de la cuenca de Vallehermoso. Claro está que otros núcleos como Alojera, El Cercado o Chipude, bien merecen un análisis similar……. todo se andará.
Nací por aquí, y entre estos riscos he vivido la mayor parte de mi vida, lo cual me ayuda a apreciar este espacio con perspectiva temporal y me permite también analizarlo con cierto conocimiento de causa.
Recientemente repasaba con Juan Emilio los treinta y dos establecimientos (comercios y tiendas principalmente) que se ubicaban en la Calle Mayor y en la de Triana a finales de los años sesenta del pasado siglo. Y también recuerdo perfectamente el modo en que el casco ejercía la centralidad y la capitalidad comercial del municipio y, en algunos aspectos incluso de la comarca.
Y echamos de menos ese bullicio comercial, claro que sí. Supongo que a todos nos pasa que, cuando miramos al pasado, lo hacemos con añoranza y con nostalgia. Siendo ello lo habitual, los pantaneros, además de añorar la vida de antaño, somos bastante críticos con los tiempos más recientes, y sobre todo, nos cuesta analizar lo vivido en el contexto socioeconómico de cada época, algo que, de hacerlo, nos daría una mirada más constructiva, y, como no puede ser de otra forma, ligada a un imparable proceso evolutivo.
Medio siglo más tarde hoy vivimos en un casco diferente. Ya no existe la atmósfera de pueblo que se respiraba, y que tan bien se recogen en algunos capítulos de publicaciones como Memorias de Vallehermoso o Relatos de una Isla Perdida. Efectivamente, ya es parte del pasado el trasiego mañanero de personas que traían productos agroalimentarios a vender desde los barrios, y retornaban con sus moliendas, tejidos o utensilios recién adquiridos. Los relatos que escuché en casa y a los vecinos de cómo eran las procesiones, los bailes o los trabajos en los terrenos me han ayudado a forjar y respetar nuestra identidad histórico-colectiva. De algún modo todos los vecinos estamos un poco en la obligación de ser fieles y proyectar esa identidad, tanto a los que son de aquí como a los que todavía son excesivamente jóvenes para percibirla.
Hoy en día hay menos trasiego de gente por la mañana en el casco que antaño, los transeúntes se reparten a lo largo de todo el día, y a diferencia de otras épocas, buena parte de ellos son extranjeros. Ahora ese tránsito por calles y callejones lo hacemos en un solado de piedra y cemento (buena parte de este lo estrenamos recientemente en algunas calles, junto con nuevos alcorques y mobiliario urbano).
No hay tantas puertas ni ventanas abiertas como en los años sesenta, y es que aún tenemos muchas casas vacías cuyos propietarios no han visto suficientes motivos para recuperarlas. Sin embargo, en los últimos años se ha incrementado la rehabilitación de casas antiguas, en buena parte debido al fuerte apoyo público a través del programa A.R.R.U. (Área de Regeneración y Rehabilitación Urbana) cuya continuidad se ha asegurado para años venideros.
Hace setenta años encontrar aparcamiento nunca fue un problema. Los burros se amarraban en el Barranco del Paso o en la Glorieta de la Iglesia y la docena de vehículos buscaban fácil acomodo en los márgenes de la carretera y en los terraplenes. Hoy, no resulta fácil aparcar, sobre todo porque siguiendo la tendencia de los cascos históricos más emblemáticos, se quiere evitar en lo posible la presencia continua de vehículos por las calles del casco para que, como antaño, éstas sean lugar para que las personas caminen, para las compras, para la conversación sosegada en plazas o terrazas, etc. El Plan de Movilidad Urbana de Vallehermoso propone sacar buena parte de los aparcamientos del centro del pueblo (la futura carretera de circunvalación exterior del casco posibilitaría la creación de nuevas plazas de aparcamientos) proponiéndose igualmente recorridos a pie o en bicicleta por calles y callejones.
No termino de determinar si el Ayuntamiento de Vallehermoso no se esmera lo suficiente en el ornato y en la limpieza del casco, o si es que los vecinos tenemos una actitud poco cuidadosa para las fachadas de nuestras casas o para el estado de nuestras plazas, calles, callejones, o jardineras. Posiblemente se trate de una mezcla de ambas circunstancias, pero, en todo caso, creo que en ello tenemos una asignatura pendiente, porque precisamente el disfrute principal del casco viene dado porque dispongamos de zonas peatonales limpias y de vegetación cuidada. Lo contrario sería algo así como comprar un traje nuevo para luego lucirlo lleno de mugre.
Es muy llamativo, y común a otros municipios gomeros, el cambio de paisaje acaecido en el casco. Antes. se rodeaba de una mancha verde de terrenos cultivados de plataneras y hoy en día en su lugar, y por razonables motivos de crecimiento, se han emplazado viviendas, colegios y equipamientos sociales y deportivos.
Estamos ante otra realidad que la vivida por nuestros padres, o en nuestra juventud. Pero, como en cualquier etapa de la historia, a lo que en definitiva todos aspiramos es a vivir lo mejor posible. Buscamos acceder a un mejor nivel de vida y también a mejorar en calidad de vida (son conceptos diferentes). Para lograr ambos objetivos hoy en día precisamos, sobre todo, dar continuidad a nuestra mejora como destino turístico singular o aumentar nuestra capacidad de producción agrícola y agroalimentaria para su venta en proximidad, tal y como promueve el proyecto de cooperación Mercamarket , que gestiona en la actualidad el Ayuntamiento de Vallehermoso.
Y ello sin perder de vista que la sostenibilidad ambiental, económica y social debe ser norma, espíritu, y razón de ser de nuestro proceder político y administrativo. Son imprescindibles programas como la Carta Europea de Turismo Sostenible de La Gomera, o el Pacto de los Alcaldes por el Clima y la Energía, ya que nos apuntalan en el trayecto de la sostenibilidad.
Por hablar de capacidad de carga, soy de la opinión de que, si la población de la cuenca de Vallehermoso sobrepasase los tres mil habitantes residentes en modo permanente, no podríamos disfrutar de la misma calidad de vida que ahora, y tampoco los turistas usuarios de nuestros senderos y establecimientos se sentirían tan complacidos de su estancia aquí. Por otra parte, es norma general que cuando cualquier territorio mejora sus servicios y resulta acogedor, se produzca un “efecto llamada” tanto de turistas como de población que desea instalar su residencia en ese lugar. A ritmo lento algo de eso está sucediendo en el casco, donde es claramente perceptible el aumento del precio medio del suelo edificable, del alquiler de casas y apartamentos, así como también el alto índice de ocupación de viviendas vacacionales y casas rurales a lo largo de la mayor parte del año.
Creo que también hemos avanzado pasos de gigante en cuanto a convivencia social y comunitaria, en el sentido de que hemos ido sellando la fractura socioeconómica, muy perceptible hasta hace algunos años, causada por diferentes maneras de entender la transición democrática lastrada durante décadas por la división entre vencedores y vencidos de la contienda civil.
Cuando me lo preguntan, respondo, sin ambages, que ya disfruto de calidad de vida en mi pueblo. Sin embargo, sé que no es suficiente con que uno se sienta bien en un sitio que uno identifica como propio, Se hace necesario mejorar, ir más allá, avanzar……ya que el conformismo y la condescendencia conduce muchas veces a un negativo inmovilismo que lastra y frena el desarrollo endógeno. En este sentido debemos seguir aspirando a que nuestros equipamientos, ya finalizados, lleguen a funcionar en modo debido.
Vallehermoso 14/02/2022
Fotos del autor y del Archivo del Ayuntamiento de Vallehermoso.
M. Fernando Martín Torres. Agente de desarrollo local del Ayuntamiento de Vallehermoso.