HOMENAJE EN EL 86 ANIVERSARIO DE SU FUSILAMIENTO: 23 DE ENERO DE 1937
A Karina Expósito, su compañero y,
sobre todo, MILO, que es el futuro.
Esta Historia –aunque empieza con el nacimiento de la II República- puede decirse que se ‘acelera’ a continuación de las elecciones de Febrero de 1936, y que ‘en Canarias’ tratan las derechas de anularlas planteando un Estado de Guerra, al considerar que ha habido ‘fraude electoral’ y que, por la decidida –entre otras fuerzas políticas y sindicales- actuación de la CNT (Confederación Nacional del Trabajo) consigue sortear, de momento, el conflicto.
La coalición electoral de Frente Popular obtiene el triunfo ‘gracias al voto anarquista’, que ha negociado con sus líderes, que se encontraban en prisión: deciden ‘dar libertad de voto’, para no contrariar sus principios, pidiendo una amnistía general (las cárceles estaban llenas de presos: anarquistas…); y además, algo que no cumplirán –la CNT está convencida que las derechas utilizarán la fuerza para ocupar el Poder-: que el Gobierno les proporcione ‘armas’ para defenderse y defender a la II República; cosa que no aceptará una vez dado el golpe militar.
En Canarias, concretamente en Tenerife, donde el sindicato anarquista es dominante, la inmensa mayoría de sus militantes ‘votan’… para liberar a los presos de Hermigua, La Gomera.
El semanario EN MARCHA, Órgano de la Confederación Regional Canaria y Portavoz de la C.N.T., en Santa Cruz de Tenerife, 8 de Febrero de 1936, Año VI, nº 189, dice en la cabecera de su ‘primera plana’:
‘Camaradas: Por el Tribunal Supremo ha sido confirmada la sentencia dictada por el Consejo de Guerra que condenó a muerte a cinco compañeros de los que intervinieron en los Sucesos de Hermigua. Esa noticia, fría y lacerante, acabamos de leer en la Prensa local.
¿Podemos consentir, camaradas, que tamaña monstruosidad llegue a consumarse?’.
Y para complicar más la situación: El día 22 de Febrero de 1936, aparece la siguiente noticia en la prensa local de Santa Cruz de Tenerife; que
posteriormente tendrá grave trascendencia: ‘Anoche (día 21) fue nombrado Comandante Militar de Canarias, el General de División D. Francisco Franco Bahamonde’.
Tomás Quintero Espinosa, en ‘La Guerra fratricida’ dice: ‘Es bien sabido que Franco no perdió el tiempo. Inmediatamente después de su llegada comenzó a preparar su campaña. Se rodeó de los elementos más reaccionarios del país. Recibía constantes visitas del exterior y despachaba emisarios, celebrando continuas reuniones no sólo con sus compañeros de profesión, sino también con los más significados elementos de derechas’.
Y desvela varios momentos claves:
1º.- ‘Con motivo del 1º de Mayo de 1936, destacados elementos de significación derechista del Valle de La Orotava, consiguieron del mando militar que, con motivo de la Fiesta del Trabajo en el Puerto de la Cruz, se hiciera, so pretexto de unas maniobras, una demostración de fuerza, y efectivos militares ocuparon la población, emplazando ametralladoras en azoteas de algunas casas, en un alarde bélico sobre aquella ciudad de vieja tradición socialista.
Muchos ayuntamientos se manifestaron en contra de tal alteración de la paz ciudadana: el primero, el de Buenavista del Norte, encabezado por su Alcalde, Antonio Camejo Francisco’.
2º.- ‘A principios de mayo llegó al puerto de Santa Cruz, una división de la escuadra. Con tal motivo, se celebró en la Comandancia Militar una recepción que el general Franco ofrecía a las diversas autoridades civiles y militares. Al finalizar el acto habló el Comandante Militar de Canarias, que terminó su alocución con un ¡Viva a España! y un ¡Arriba España!, que fueron coreados por muchos de los asistentes. Era la primera vez que escuchaban el nuevo vítor de ¡Arriba España! en sustitución del ¡Viva a la República!’.
3ª ‘Más tarde –el 17 de junio- tuvo lugar la reunión de los mandos militares en el lugar denominado “Las Raíces”, en el monte de La Esperanza, presidida por el general Franco’.
4º.- Franco embarca en el ‘Viera y Clavijo’ a Las Palmas en la madrugada del 17 de julio: comienza la rebelión. ‘El fallecimiento del general Balmes, ‘en extrañas circunstancias’, presagia que ‘la muerte sería el signo que fatalmente habría de señalar el camino’ del luego llamado Movimiento Nacional’.
Y se produce la salida de Franco: de Gando a Tetuán, en el ‘Dragon Rapide’, pilotado por el inglés Cecil Henry Williams Bebb.
Y, mientras, ¿qué hacía la CNT-F.A.I.?
*Visitar al Gobernador Civil, Manuel Vázquez Moro, para solicitarle armas con que defender a la República, a lo que se negó.
*El 13/14 de Julio de 1936, un grupo anarquista –tres personas- entró a la Comandancia General, y llegó a la habitación de Franco (la puerta-ventana debía estar abierta, por el intenso calor, pero la encontraron cerrada: por la delación de un compañero), y por donde entraron, salieron –quedó en ‘intentó de atentado’. Se había acordado – en reunión de la F.A.I.- eliminar a altos mandos militares, entre ellos Franco -para abortar el golpe militar-, pero fracasa al ser delatados por un ‘traidor’ que, por salvar su vida, denunció los planes de sus compañeros.
*Parte del ‘Comité de Defensa Confederal de Canarias’ (Martín Serarols Treserras y Antonio Vidal Arabi), se reúne con un grupo de sindicalistas de la C.N.T.-F.A.I., en Cueva Roja, carretera de Los Campitos, la noche del 18 de julio: pero no toman ninguna decisión -para hacer frente al golpe militar- porque no tenían suficientes armas.
A continuación -ya se conocía el bando de ESTADO DE GUERRA, firmado por Franco antes de marchar a Las Palmas-, ‘comienza la represión’.
Vamos a seguir la peripecia de Santiago Guerra Ortega, carpintero de ribera, afiliado a la C.N.T., detenido tras el ‘Movimiento Salvador de España’, a finales de septiembre, y llevado al Palacio de Justicia –llamado también ‘San Francisco’ (por estar situado en la plaza del mismo nombre)-, donde estaba la Comisaría de Orden Público a cargo del capitán de Artillería Manuel Otero Rubido y el comandante Aurelio Matos Calderón.
En Añoranzas prisioneras, novela escrita por Antonio Rodríguez Bethencourt (falleció el 14.abril.1953, a los 65 años, en prisión)/Antonio Tejera Afonso ‘Antoñé’ (quedó en libertad el año 1954. Había pasado ¡18 años! en diversas prisiones), durante su estancia en el Penal de Santa María, Cádiz , se puede leer un agrio comentario sobre el final de estos dos torturadores: ‘No quería en estos recuerdos ni siquiera cruzarme con aquellos dos siniestros personajes, ya fallecidos, el primero tuberculoso y el segundo comido por un cáncer’.
En el Consejo de Guerra: Primera pieza separada de la Causa nº 246/1936, el Fiscal, Rafael Díaz-Llanos y Lecuona, ‘elogió la labor del Delegado de Orden Público’, capitán de Artillería Manuel Otero Rubido, y tenía motivos para ello: del ‘Palacio de Justicia’ salió el sumario completito.
Karina Expósito Rodríguez, bisnieta de Santiago Guerra Ortega, expone en e-mail desde Buenos Aires, Argentina: ‘Con relación a las ‘torturas’, mi abuela Rosa ‘de la Libertad’ (Guerra Aponcio) pudo escuchar, que entre todo lo que le hicieron, que fue brutal, le clavaron astillas en las uñas’.
Me llamo Miguel González Rodríguez. Yo recuerdo que, cuando mi padre (Miguel González Gutiérrez) estaba preso en el Palacio de Justicia, mi madre iba a llevarle la comida y la ropa. Tenía yo siete años y mi madre cogía la ropa pa’ lavarla: estaba toda rota y manchada de sangre, ¿no? Le daban leña, claro. ¡No se puede olvidar! Yo recuerdo ver a mi madre lavando la ropa, manchada de sangre, y llorando.
Mª Luisa Marrero Expósito, detenida un mes en ‘San Francisco’, acusada de realizar reuniones en su casa: Vi a ‘Jorge’ (Delmiro Hernández Mora); parecía un viejito allí, todo consumidito porque no le daban de comer. Me dijo así, a poquito a poco, que dijera ‘que no lo conocía’. ¿Golpeado? Pues no me fijé bien. Gritos si oía, pero me preguntaban ‘si yo oia algo’, y yo decía ‘que no’… pero sí oía. Y Juan Govea García, de las Juventudes Libertarias de La Laguna, que estuvo detenido en el ‘Palacio de Justicia’, asegura: A pesar de las torturas, ‘Jorge’ no acusó a nadie, no habló. ¡Oh!, cuando alguien resistía los golpes, decía el capitán Otero: ‘Este es otro ‘Jorge’. Así que usted verá…
Pino García González, viuda del fusilado Francisco Infante Díaz, años más tardes recuerda: ¿De torturas…?. Sí, a ellos los quemaban, hierros calientes por sus partes; y después los sacaban a la Casa de Socorro; los ponían a pie derecho, y al tercer día no podían caminar; y allí sin comer, ni agua le daban: tenía tanta sed que llegó a beber agua del retrete, tiró de la cisterna y cogió agua. Dice que ‘estaba loco…’. Hacían muchas torturas… pero mi marido a mí no me contaba casi nada. Y Caridad Pérez Sánchez testimonia: A Paco Infante lo acusaban de pertenecer al Comité de Defensa. Y cuando cogieron al ‘Catalán’ (Martín SerarolsTreserras), lo llamaron abajo, a ‘San Francisco’, y le dijeron: ‘¿Por qué firmó, declaró esto?’. Dice: ‘Yo no he dicho que sea del Comité de Defensa. Eso fue que ustedes me lo hicieron firmar y, para que no me dieran más leña, pues lo firmé’.
Mª Luisa Marrero Expósito, durante su estancia en ‘San Francisco’, cuenta unos interrogatorios: Preguntaban ‘si en mi casa se hacían reuniones’. Y después uno, que se llamaba ‘Guerrita’ (Santiago Guerra Ortega), lo sacaron medio trastornado de los palos que le dieron. Y entonces le dicen: ‘Mire, ¿usted conoce… ésta es la dueña de la casa…?’. Dice: ‘Sí, sí, sí, la conozco, se llama Mª Luisa, y allí se hacían reuniones’. Y después, yo le dije: ‘Oiga, ¿usted no ve que ese hombre no está en su tino?’. Y el capitán me dijo: ‘Señora, ¿usted se cree que yo soy bobo y me chupo los dedos?. Él tiene su tino y está hablando todo’. Y me detuvieron. Dos veces tuve careos con él: ‘Que sí, que sí’.
*
El caso es que ‘un mediodía’ que se encontraba Adelina Coba (hija de Juan José Coba Cabrera, dirigente histórico de la Federación Obrera de Tenerife y de la C.N.T.) por fuera de ‘San Francisco’, esperando la loza de la comida de su padre, estaba sentada, con la hermana de ‘Jorge’ (Delmiro Hernández Mora), el carpintero, y la madre de Santiaguito Guerra, en los chaplones, y de repente cayó un hombre. Se oyó: ‘Paf’. Y entonces dice la madre –Doña Anita-: ¡Ay, era mi niño!. Digo: ‘No, no era su niño’. Yo lo vi enseguida, porque yo lo conocía: trabajaba con mi padre en el varadero y era un buen carpintero. Y cuando cayó, yo miré y, claro, le vi el pelo –que él lo tenía un poquito rizado- y la cara, una estatura mediana, más bien delgado, y enseguida lo conocí. Y entonces –a Dña Anita-, entre la hermana de ‘Jorge’ y yo la llevamos a la farmacia Cristellys, la sentamos allí, pedimos un vaso de agua. ‘No es su hijo, era un falangista –dije yo- que a lo mejor lo tiraron abajo’. Pero yo sabía que era él. Y ya se quedó tranquila. La hermana de ‘Jorge’, me parece, fue la que la llevó a la casa. Todo el mundo se reunió allí. Yo me puse tan nerviosa, tan nerviosa… que me quedé allí, cuando ya lo recogieron, y se fue todo el mundo, que lo llevaron al Hospital: no murió sino días después. Entonces fui yo a recoger la loza de mi padre. Yo estaba en la puerta lateral, después de San Francisco; de ese balcón abajo se tiró: no resistió lo que le hicieron y se tiró.
José Carrillo Belmonte, a quién pedían ‘pena de muerte’ en el citado Consejo de Guerra, rememora: Muchos compañeros no aguantaban las palizas y se lanzaban por la ventana –alguien dice que ‘la dejaban a propósito abierta’-, que daba a la calle: Florencio Afonso, Santiago Guerra… Eso estaba al lado de la iglesia –San Francisco-. Entonces Otero y Matos iban a la iglesia por la mañanita y confesaban y comulgaban: quedaban libres de pecado.
Su ficha de preso Gubernativo de Fyffes, dice: ‘Guerra Ortega, Santiago. A petición del Capitán Delegado. Intentó suicidarse en el Palacio de Justicia’ (sic).
Volvamos a Mª Luisa Marrero Expósito: Y a los dos o tres días de decirle eso, se botó por una ventana: no se murió de momento, pero sí a los dos o tres días. Y entonces el capitán me dejó en libertad.
A Karina Expósito Rodríguez le contó su abuela Rosa ‘de la Libertad’ Guerra Aponcio: ‘Ana Ortega (del Toro) estaba en el hospital con mi padre Santiago (Guerra Ortega), que ‘estaba consciente’. Y que ‘18 días después de estar internado’ comenzó a vomitar espuma y falleció al día siguiente: en mi familia se creyó que ‘lo envenenaron’ (tenía ‘fractura de cráneo’). ‘También que ‘pedía agua’ y la enfermera se la negaba. Cuando murió finalmente, está enfermera se acercó a Ana Ortega a darle un café con leche, y ésta se lo tiró por la cara, al dicho: ‘No quisiste darle agua a mi hijo, y a mí me vas a dar café con leche…’.
Recapitulemos: Santiago Guerra Ortega estuvo en el Hospital Civil ¡18 días! ‘consciente’; restando desde el día de su muerte, ‘12 de octubre’, sabemos que cayó por la ventana el 23/24 de septiembre de 1936.
Recapitulemos: Santiago Guerra Ortega estuvo en el Hospital Civil ¡18 días! ‘consciente’; restando desde el día de su muerte, ‘12 de octubre’, sabemos que cayó por la ventana el 23/24 de septiembre de 1936.
Pero veamos el acta de defunción de Santiago Guerra Ortega –Registro Civil de Santa Cruz de Tenerife-: De ‘treinta y dos años’, natural de ‘Arrecife (Lanzarote)’, provincia de ‘Las Palmas’, hijo de D. ‘Santiago’ y Dña ‘Ana’, domiciliado en ‘la finca del Gato’, de estado ‘casado con doña Elia Aparicio (en realidad ‘Aponcio’), de cuyo matrimonio deja dos hijos llamados Rosa y Santiago’. Falleció en ‘el Hospital Civil de esta capital’, el día ‘doce del corriente mes’ –octubre- a las ‘once’ horas, a consecuencia de ‘fractura de cráneo’. Esta inscripción se practica en virtud de ‘orden del Juzgado permanente de la Comandancia General de Canarias’. Por cierto, tardía: se le apunta el día ‘veintisiete de octubre’, quince días después de morir.
El último documento, donde se le menciona, es en carta de Martín Herrera de Mendoza (cambio de identidad de Antonio Vidal Arabi: del Comité de Defensa Confederal de Canarias), desde EE.UU., a su antiguo camarada Antonio Solá Vila, el 2 de junio de 1960: ‘No me atrevo a preguntar demasiado pero muero de deseos de charlar contigo para que me cuentes cosas ‘que nunca olvido’. ¿’Guerrita’ murió también?’.
*
Veamos el Código de Justicia Militar: sirvió para cometer infinitas injusticias y, sobre todo, ¡muertes!:
TÍTULO VI
DELITOS CONTRA LA SEGURIDAD DEL ESTADO Y DEL EJÉRCITO
CAPÍTULO PRIMERO
REBELIÓN
Art. 237. Son reos del delito de rebelión militar, los que se alcen en armas contra la Constitución del Estado (…), los Cuerpos Colegisladores o el Gobierno legítimo (…)
Ramón Serrano Súñer, cuñado de Franco y alto jerarca del régimen franquista, en su libro, Entre el silencio y la propaganda, la Historia como fue. Memorias (1977), nos dice: ‘Sobre la base de ‘la Justicia al revés’ –sistema insólito en la historia de las convulsiones político-sociales-, comenzaron a funcionar los Consejos de Guerra para juzgar y condenar –a muerte en muchos casos- con el carácter de rebeldes en armas, a quienes se oponían al Alzamiento militar y defendían al Gobierno del Frente Popular (II República). Lo absurdo del sistema se pone de manifiesto con la lectura de los artículos 237 a 242 del Código de Justicia Militar, y a tenor de cuyos tipos penales se impusieron la mayoría de las condenas por delitos de adhesión, auxilio, provocación y excitación a la que se llamó ‘Rebelión Marxista’, cuando en aquellos preceptos penales los delitos de rebelión y sus conexos radicaban en quienes se alzaron en armas contra la Constitución y organismos del Gobierno republicano. Fue un error el configurar delitos de rebelión y sedición para atribuirlos a los defensores del Gobierno republicano, dado que éstos –jurídica y hasta metafísicamente- era imposible que los cometieran. En cuanto al procedimiento sumarísimo, que presidió muchos Consejos de Guerra, al ser instrumento básico para la defensa del régimen republicano, era un texto legal cuyo uso correspondía al Gobierno constituido’.
Francisco Silvestre Infante, dirigente histórico de la C.N.T. y padre de Francisco Infante Díaz -uno de los fusilados-, lo explica de forma escueta: ‘Porque, ¿quién fue el rebelde, los que estaban con el Gobierno o ellos –los fascistas-, los militares que se levantaron?’.
Una última pregunta: ¿Queda duda sobre quiénes vulneraron el artículo 237 del Código de Justicia Militar, que llevó al paredón a ‘los 19’ –y a otros muchos-, que hoy homenajeamos?
Continuamos con un hermano del fallecido Santiago: Tenensol Guerra Ortega, del Sindicato de Transportes de la C.N.T., a quien encontramos en el banquillo de los acusados del Consejo de Guerra: Primera pieza separada de la Causa nº 246/1936. En la sentencia, se le presenta como ‘individuo activo de la C.N.T. y de mala conducta, con instrucción y sin antecedentes’. Y se le acusa de asistir ‘a una reunión que hubo de celebrarse en aquella misma noche -18.Julio.1936- en el lugar conocido por debajo del túnel de la Cueva Roja’, situado en la carretera de Los Campitos. Y por ese ‘único’ acto –no se especifica ninguno más en la sentencia-, como ‘responsable de un delito consumado de adhesión a la rebelión, a la pena de muerte’. Las ‘defensas –todos militares- no aceptaron la calificación que el Fiscal –Rafael Díaz-Llanos y Lecuona- atribuye a la reunión celebrada en la parte posterior del Manicomio, estimando que en ella no se trató de ningún complot, teniendo, en todo caso, carácter ilícita, penada en el Bando del Estado de Guerra. Pidiendo por dicha reunión, penas de arresto’. En concreto, la defensa del capitán de Infantería Juan Rumeu García, señala que ‘el Fiscal, en su informe, pasó por alto un análisis detenido de los procesados, limitándose a exponer los informes que existían de ellos, los que estimó no podían tenerse en cuenta como una prueba contundente para exigir responsabilidades tan graves’, y pide al ‘Consejo se hiciera justicia’.
Sin embargo, el Consejo de Guerra de Oficiales Generales, con fecha 11 de
enero de 1937, condena a 21 encausados a la ‘pena de muerte’ (las dos mujeres serán indultadas), y quedarán 19 hombres condenados a morir. Los firmantes son: Presidente: Antonio Alonso Muñoz, general Gobernador Militar de la Plaza. Vocales: Salvador Acha Caamaño, general de Brigada; Agustín Piñol Riera, coronel de la Guardia Civil; Enrique Rolandi Peri, coronel de Ingenieros; Isidro Cáceres Ponce de León, teniente coronel de la Guardia Civil; Aureliano Martínez Uribarry, teniente coronel de Infantería; y José Mª del Campo Tabernilla, teniente coronel de Infantería. Previo dictamen del Auditor de Guerra: José Samsó Henríquez. Y la aprobación de la Autoridad Militar: Ángel Dolla Lahoz, Comandante Militar de Canarias.
*
Pino García González, esposa de Francisco Infante Díaz, acompañada por Ana Ortega del Toro, madre de Tenensol Guerra Ortega, dice: Cuando los condenan a muerte, fue de esas cosas, entre tantas mujeres: madres, hijas, las mujeres de ellos… Y todas nos reuníamos en la plaza de Weyler. Íbamos a hablar con éste, con el otro, con el de más allá. Yo, con el último que hablé fue…con la madre de (Tenensol) Guerra (Ortega), nos fuimos a Güímar, a ver al Obispo (era Deán de la Catedral de La Laguna, Obispo accidental por ausencia del titular. Como ejerció como Obispo, se confunde a Domingo Pérez Cáceres con Fray Albino González Menéndez-Reigada, cabeza de la Diócesis Nivariense), a Pérez Cáceres, que ella lo conocía, a ver si ponía una manita, a ver, librarlos de la pena de muerte. Y estuvimos casi hasta la otra mañana, esperando, porque dicen que no estaba. Sí, lo vimos. ¿Qué nos dijo?. ‘Qué él no podía hacer nada’. Fuimos con Pérez Cáceres, porque la madre de Guerra, ‘que si era un hombre bueno…’. ¿A qué otros sitios? Fuimos a tantos que ya no recuerdo bien. Yo tenía esperanzas, sí’. Él –su esposo- no hizo nada, ¡nada!.
Karina Expósito Rodríguez nos habla de sus últimos momentos: ‘Ana Ortega ‘estuvo muy activa en defensa de sus hijos’. Sabía qué día los trasladarían (a los fusilados). A las ‘cuatro de la mañana’, los militares acordonaron toda la zona, cuando los sacaron (de Fyffes) en dos guaguas para fusilarlos. Ana Ortega rompió el cordón militar y ‘corrió varias cuadras’ tras la guagua en que llevaban a Tenensol y sus compañeros al lugar del fusilamiento’. (‘La imagina capaz de salvar a su hijo’).
Desde la prisión militar Costa Sur (Fyffes), los llevaron en dos guaguas rojas, y según cuenta Eugenio Borges del Castillo, soldado ayudante sanitario del Hospital Militar, que presenció el fusilamiento: Los fusilaron en el Campo de Tiro General Cabanellas; era detrás de la batería del camino del Hierro, en el barrio de Buenos Aires. Y el pelotón: Había una Compañía de Infantería, otra de Artillería y otra de Ingenieros: las tres fusilaron a los 19. Los de Infantería murieron bien; pero los demás, los de Ingenieros y Artillería, quedaron medio vivos… Y luego, él y sus cinco compañeros: A recoger, los echamos en la furgoneta como rolos de platanera, uno arriba de otro, así iban los muertos: cachos de carne había allí en aquel campo. Nosotros llevábamos a los fusilados a la puerta del cementerio, y los encargados los entraban para dentro; allí los enterraban todos juntos: eso era así. ¡Bah, se hacía uno un verdugo!.
Dña Pino García González, esposa de (Francisco Infante Díaz), cuenta: ¿El fusilamiento? Ahí fue un combate de guerra, ‘según me dijeron’, porque cuando les presentaron el crucifijo delante, que fue el cura, empezaron ellos a decir: ‘Si tenía valor, que iban a morir…’ –le quitaron el crucifijo-. Fue una guerra… Ahí, en el suelo y en el aire, los mataron. Ahí no se pusieron de frente, sino donde los trincaran… Ellos estaban locos ya: ‘chicos jóvenes’ (casi) todos…El mío tenía 26 años.
Dña Libertad Cabrera Rodríguez, hija póstuma de (Tomás Cabrera Vera), expone: Al fusilamiento fueron las mujeres de los que iban a matar, algunas embarazadas –como mi madre-, y lo vieron: No se dejaron vendar los ojos. Querían que gritaran ¡Viva España!, pero ellos gritaron ¡Viva la Libertad!, antes de morir. Luego los enterraron en una fosa común.
Dña Caridad Pérez Sánchez expresa contundente: Los cogieron ahí como vacas, los metieron así dentro del camión, y después el camión chorreando sangre por ahí hasta el cementerio. Eso sí que es una vergüenza. Eso sí que fue un crimen.
Continúa Karina: ‘Va (Ana Ortega) hasta el cementerio, y el chófer de la guagua le dice que su hijo ‘no sufrió’ porque tuvo un infarto, aunque observó ‘el tiro de gracia’ (el Oficial lo remata por si acaso estaba vivo). Allí estaban todos ‘botados’, le quitó ‘los zapatos’ ( a Tenensol) que tenía puestos cuando lo fusilaron, y los guardó bastantes años”. (Extractado: audios de Elia.)
El horror que produjo el fusilamiento queda reflejado, de forma magistral, en esta escueta escena, narrada por Eugenio Borges del Castillo: Siempre me acuerdo, al lado mío estaba don Luis –que luego estuvo de cura en La Cuesta-, estaba pegado a mí. Y cuando ya se terminó el fregado ese, fuimos al Hospital Militar, a la hora del almuerzo, y dice una hermanita al cura: ‘¿Cómo lo han pasado?’. El cura, que era seminarista todavía, dice: ‘Estése callada hermana, estése callada hermana, no diga nada’. Ese día no comimos.
Mercedes Herrera Plasencia nos habla de la esposa de Tenensol Guerra Ortega, Elvira Escorihuela del Pino, vivía en la calle Consolación, que da a la Recova Vieja, una mujer de constitución débil. Eso no se me puede olvidar: Cuando fuimos a Fyffes –todavía la veo a ella con los hijos-, un tal Bobet, Oficial del Ejército, le dijo ‘que su esposo no estaba’. Y la niña le dijo: ‘Vamos a ver a papá’. Y ella le contestó: ‘Ya no hay nada que ver’. Y pasados casi dos años del fusilamiento, una semana vivieron ella y los dos hijos. Era de espíritu débil.
En el Registro Civil de Santa Cruz de Tenerife: Actas de defunciones:
12.noviembre.1938: ‘Dolores Guerra Escorihuela’, de ‘nueve años’, fallece de ‘fiebre paratífica’, en ‘su domicilio’. Y que es ‘hija de Tenensol Guerra Ortega’.
15.noviembre.1938: ‘Tenensol Guerra Escorihuela’, de ‘tres años’, natural de ‘Santa Cruz de Tenerife’, hijo de ‘Tenensol y Elvira’, domiciliado en ‘calle Consolación, 25’, fallece ‘en su domicilio’, de ‘miocarditis’.
Y 20.noviembre.1938: ‘Elvira Escorihuela del Pino’, de ’27 años’, hija de ‘Inocencio y Dolores’, con domicilio en ‘calle Consolación, 25’, de estado ‘viuda de D. Tenensol Guerra Ortega, de cuyo matrimonio no deja hijos ningunos’, fallece en ‘su domicilio’, de ‘Asistolia aguda-Septicemia’.
Con lo que se ratifican las palabras de Mercedes Herrera Plasencia: Una semana vivieron ella y los dos hijos. Pero, ¿murieron de muerte natural?.
Y Dña Ana Ortega del Toro, madre de Santiago y Tenensol Guerra Ortega queda ‘amargada’: no ha podido hacer nada por sus dos hijos; y Dña Elia Aponcio Brito (nació el 13 de mayo de 1913, en S/C de Tenerife) , queda viuda de Santiago Guerra Ortega (nació el 14 de enero de 1905, en Arrecife, Lanzarote), con dos hijos: Rosa ‘de la Libertad’ (nació el 18 de septiembre de 1933: tres años) y Santiago Guerra Aponcio (nació el mes de noviembre de 1935: 11 meses). Y, ¡hay que vivir!
Karina Expósito Rodríguez, nos facilita ‘el acta de nacimiento de su abuela’ Rosa ‘de la Libertad’ Guerra Aponcio, en la que aparece al margen, con un cuño: ‘NOTA: En virtud de lo dispuesto en la Orden del Ministerio de Justicia de 9 de Febrero de 1939 (no ha terminado la guerra: Boletín de Burgos), se tacha el nombre con el que figura el inscrito en la presente acta, ‘dejándole el de Rosa’ (manuscrito). Santa Cruz de Tenerife, a ‘3’ de Abril de 1939. El Juez Municipal/El Secretario (rubricado)’. Se tacha: ‘de la Libertad’ al nombre ‘Rosa’ (con cinco rayas: tachadura que permite leer lo suprimido) –el cuño lleva impreso abril, ‘estaba previsto, con rapidez (la guerra terminó el día 1 de abril de 1939), y tenían, el mes de ‘abril’ (si no, tenían que cambiar de cuño), que hacer limpia de nombres ‘inconvenientes’: los vencedores no lucharon, precisamente, por ‘la libertad’… sino por la ‘tiranía’.
Dña Ana se va consumiendo y termina falleciendo, ‘debido a una trombosis, el año 1959’. Y sus nietos: ‘primero Santiago (1956) y después Rosa, con su madre Elia (llegan a la Venezuela de Marcos Pérez Jiménez el 5.agosto.1957): La familia se disgrega: algunos se quedan, otros marchan por el mundo (diversos países).
Una bisnieta de Santiago, Karina Expósito Rodríguez, contacta conmigo, Juan Manuel Torres Vera: Y manda –con motivo del ‘50 Aniversario del fusilamiento’, un más que sentido poema de Ana Mª Fagundo Guerra (nació el 13.marzo.1938; y su hermana Nina: ¡el 23.enero.1937!), -‘que dio clases en ‘la universidad Riverside’, California, EE.UU.’-, “LOS DIECINUEVE”, ‘escrito el año 1987’ (dedicado a su tío Tenensol). Que puede servir como Homenaje ‘a los 19’ en este 86 Aniversario.
Los ‘fusilados’ son, por orden alfabético:
ALONSO PÉREZ, José
BÁEZ AFONSO, Marcos
CABRERA VERA, Tomás
CARBALLO SOSA, Modesto
CARREÑO HERNÁNDEZ, José
CARREÑO HERNÁNDEZ; Pedro
DIEPPA GARCÍA, Domingo
GONZÁLEZ GUTIÉRREZ, Miguel
GUERRA ORTEGA, Tenensol
HERNÁNDEZ MORA, Delmiro
INFANTE DÍAZ, Francisco
MARTÍN HERRERO, José
PÉREZ JORGE, Feliciano
RAMÍREZ BASINDO, Ginés
REYES MARTÍN, Francisco
RODRÍGUEZ BENÍTEZ, Tomás
ROMERO BENASCO, Casimiro
TALAVERA PACHA, Vicente
VAREA SERRANO, Miguel
Pero lo más impresionante: Elia Aponcio Brito –en Caracas, Venezuela- ‘cumple años el 13 de Mayo’: en 2021, cumplió 107 años; y en 2022, los 108. Toda una ‘superviviente’. ¡SALUD!
Juan Manuel Torres Vera