Que se sepa, no existe en el mundo actual ningún país, territorio o actividad económico que no viva dentro del cauce de un ciclo económico ni que se vea libre de sus fases principales: la amenazante recesión y la bienvenida expansión.
No soy de los que piensan que las recesiones son inevitables, pero sí creo en la periodicidad de las crisis, sobre todo cuando la riqueza de un país o de uno región procede de un único sector productivo. Y lo recuerdo porque nuestros gobernantes, muchas veces, parece que no lo tienen en cuenta a la hora de diseñar sus políticas preferenciales. ¿Qué quiero decir con esto?
Pues simplemente deseo alertar de los peligros que entraña la dependencia excesiva del turismo en las Islas dejando de lado las actividades del sector agropecuario y de la pesca. ¿Se imaginan ustedes lo que podría pasar si por alguna razón el turismo «volara» hacia otros destinos olvidando a las Islas por un tiempo? Sería catastrófico.
La inmenso infraestructura que se ha creado se convertiría en exceso de oferta, uno de los peores males económicos, afectando de manera extraordinaria a lo inversión que se reduciría a niveles ínfimos. Cuando no hay inversión y, sobre todo, cuando lo inversión realizada no produce beneficios el que paga los platos rotos es el empleo. Pero una posible crisis turística no es el único aliciente que debe llevarnos a poner los cimientas de una economía diversificada.
Hoy muchos más y me gustaría exponerlos. Primero, nuestro clima privilegiado nos permite el cultivo de prácticamente cualquier especie y tenemos la experiencia de la piña tropical en El Hierro y de la papaya y otros frutos que tan bien se dan en las islas occidentales; segundo, un sector primario fuerte sirve como mercado para el sector industrial y para el sector servicios, además de ser una fuente de capital para la modernización económico; tercero, nuestra inexistente industria y nuestro saturado sector turístico hacen que el coste de oportunidad de dejar el campo sea muy grande o, dicho de otro modo, teóricamente no debería ser rentable abandonar la agricultura para el agricultor o ganadero canario porque se va a encontrar con un sector terciario que ya no es referente de empleo y con un sector secundario imposible de surgir porque no se da la ventaja comparativa tan necesaria en estos casos.
Por último, no quisiera olvidarme del principal problema que atisbo. el reducido mercado con el que contamos y en consecuencia lo corta demanda que, según nuestro número de habitantes, podrían tener (que tienen) nuestros productos. Este problema no debería ser tal si sumamos la población canaria y los millones de visitantes que pasan por las islas durante un año. En consecuencia, lo que falla son los canales que llevan los productos al mercado y los procesos de distribución entre las islas y dentro de ellas.
Un ejemplo de esto último es la situación pesquera en la isla de La Gomera: mientras los pescadores de Playa de Santiago (y de otros sitios si es que queda alguno en estos momentos) no saben cómo conservar y distribuir sus productos, el resto de ciudadanos compramos productos congelados y de fuero porque el “politiqueo” que nos gobierno defiende, entre otras barbaridades, la introducción de la flota arrastrera holandesa en nuestros puertos o la construcción de un macro-frigorífico para cambiar unos pingües beneficios por lo destrucción de nuestros bancos pesqueros.
Por todo esto debemos aprovechar cada una de las ocasiones, por ejemplo, el Convenio de Costas (recientemente firmado) para adecentar unos litorales que deben dejar espacio e infraestructura para la actividad pesquera. Otro problema (este de fácil solución política) es que, como quieren nuestros gobernantes nacionalistas (¿?), llenar nuestro territorio de multinacionales y de grandes, ¡perdón!, enormes superficies donde los tomates y las cebollas son de un país–huerta de los E.E.U.U. o de una neocolonia en África mientras el joven canario que quería ser agricultor se conforma con descargar camiones para la susodicha multinacional.
Termino copiando una frase del historiador Gabriel Tortella: «…los países que, por las razones que fueren, resultaron incapaces de -revolucionar- su agricultura, su ganadería y su pesca permanecieron atrasados durante muchísimo tiempo».
Gonzalo Herrera Arteaga (Economista) -N°9 de la Revista Eseken
Fuente: Gonzalo Herrera Arteaga. (1999). La dependencia excesiva (Turismo y mas turismo). Eseken , n°9, julio, agosto y septiembre de 1999, pág. 16.